Los perros ladran para comunicarse con nosotros. A veces nos comunican demasiado.
Siempre me he sentido orgullosa de tener una perrita cariñosa, tranquila, juguetona y obediente, que casi nunca necesitó ladrar para pedir cosas o para alertarme de ningún problema. Es una perra feliz a la que nunca le faltó de nada. El hecho de que sólo ladrara muy de vez en cuando lo interpretaba como señal de que todo estaba bien y que no necesitaba más de lo que ya tenía. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, Mía ha tomado por costumbre pedir cosas a golpe de ladrido. Algo que no necesita pues no puedo negarme a ninguno de sus caprichos, y ella lo sabe. Desde entonces no he parado de preguntarme por qué ahora le da por ladrar tan a menudo.
Por molesto que pueda resultar y por muy educado que esté tu perro, el ladrido es un sistema de comunicación natural. No puede ni debe prescindir de él, es al perro lo que el llanto al bebé, no se entiende el uno sin el otro. Lo normal es que el ladrido sea necesario, sólo en algunos casos está de más.
Si tu perro ladra con más frecuencia de la normal, antes de jugar a los veterinarios y adivinar posibles remedios para que deje de ser molesto a tus oídos, debes averiguar el verdadero motivo de que tu perro ladre por encima de sus necesidades.
Si la cara de una persona refleja su alma, los ladridos de un perro dicen mucho de su estado de ánimo. Nuestro animal puede ladrar por miedo, por aburrimiento, por estrés, por tener ganas de juego, por pasar mucho tiempo solo, por sentirse nuestro vigilante y oír algo que le suene amenazante, por relacionarse con otros perros, por sentir dolor. Son muchas situaciones diferentes las que le hacen ladrar, pero podemos englobarlas en dos: cuando le falta algo o cuando quiere algo más.
La causa más relevante y común es el estrés. Un perro se estresa cuando le falta alguna de las cinco necesidades del bienestar perruno: sus paseos, su comida, sentirse acompañado, poder hacer las monerías y los juegos propios de un perro y estar protegidos del dolor, lesión o enfermedad. Son más normas que las que debían cumplir los Gremlins buenos, pero más sencillas de realizar. Digamos que los perros son más flexibles en el tema de los horarios que un Mogwai. No hay motivo para no satisfacer las cinco necesidades de tu mascota.
Un consejo general que suele darse es el de no reforzar positivamente los ladridos innecesarios con premios o excesiva atención. Si tu perro hace algo indebido no es necesario castigarle duramente pero sí, al menos, no darle motivos para que lo vuelva a hacer. Con no prestarle atención o distraerle con juguetes, mientras ocurre aquello que le hace ladrar sin motivo, podría ser suficiente.
Hablando de castigos duros, resulta lamentable recurrir a métodos violentos para evitar que un perro ladre. Además de ser inútil para tu propósito, conseguirás aumentar el estrés del animal y, por tanto, el nivel de sus ladridos. Algo de justicia divina hay en ello. Ponerle un bozal durante mucho tiempo o un collar antiladridos, además de doloroso e incómodo para el perro, es una muestra de lo poco que le importa su bienestar a su dueño. Es como querer callar a un bebé que llora por hambre, castigándole sin biberón.
He dejado para el final hablar de la causa verdadera que hace que mi perrita ladre más de lo que ladró en toda su vida. Por desgracia, no tiene remedio pero hay que aceptarlo con naturalidad. La razón por la que Mia ladra tanto últimamente es su parcial ceguera, su sordera y, en definitiva, su vejez. Es tan inevitable como asumible y el único tratamiento posible a esos ladridos de más es recibirlos con cariño y comprensión. Mi perra se ha ganado a lo largo estos doce años, en los que me ha hecho muy feliz, que le permita expresar en libertad y en los decibelios que quiera lo que antes comunicaba en silencio y con su mirada intensa e insistente. Daría lo que fuera por poder oír sus ladridos durante doce años más.
Fuente: DogLoverIn