¡Cómo nos gusta ver correr y jugar a nuestro perro incansablemente y cómo nos gustaría que esto fuera así siempre!
Sin embargo, como ser vivo que es, nuestro perro pude tener algún problema de movilidad a lo largo de su vida, por ejemplo, debido a un traumatismo.
En realidad, los traumatismos no son los únicos que pueden reducir la movilidad de nuestros perros, ya que otros factores, como el tamaño grande, el sobrepeso, el ejercicio intenso o la edad avanzada pueden intervenir en su capacidad de movimiento.
Para poder intervenir a tiempo en este proceso de deterioro progresivo debemos prestar especial atención a los signos de dificultad de movimiento:
- Dificultad para moverse por las mañanas (rigidez articular matutina).
- Rechazo a realizar el ejercicio habitual.
- Dificultad para caminar.
- Dificultad para levantarse después de estar tumbado.
- Problemas para caminar después de hacer ejercicio.
- Utiliza más una pata que otra.
- Dificultad para subir y bajar escaleras o al entrar y salir del coche.
- Dolor al tocarle.
- Comportamiento más apático e insociable.
- Duerme en sitios donde no lo hacía antes.
- Pérdida de apetito.
Como las dificultades en el movimiento suelen iniciarse con el deterioro del cartílago de la articulación, que a su vez produce una inflamación de la zona y causa dolor, el verdadero responsable de que el perro reduzca su deseo de moverse, corresponde al veterinario determinar el tratamiento adecuado, del que puede formar parte un alimento especial.